miércoles, 6 de diciembre de 2017

El descanso eterno de Cristián Burgos

Por Alexis Ramírez:
7 de diciembre de 2017

-Mi hermano se suicidó-. Por 10 segundos ni yo mi amigo Vladimir Burgos, dijimos ninguna palabra tras haberme enterado de que su hermano mayor, Cristián, se había quitado la vida días antes de Halloween. Era 31 de octubre y hace una semana que no hablaba con el Vladimir. Supuse que era una buena idea que nos juntáramos con tres amigos más para hacer algo por dicha festividad. Como me sabía su número de teléfono de memoria preferí llamarlo a las 3 y media de la tarde para hablar sobre todos los detalles de lo que probablemente, que sería beber alcohol y jugar con el ya clásico Play Station 2 que tenía en su casa. A través de llamadas a su teléfono de red fija y muy pocas veces a  su número de celular me contactaba con él  porque yo no usaba redes sociales, ni Facebook, Twitter, ni siquiera Whatsapp.

Pero el tono de su voz era mucho más apagado que de costumbre. Yo le pregunté de inmediato que le pasaba, porque era evidente por como hablaba que él estaba afectado por alguna situación. Sin tapujos, él me contó que el 26 de octubre de 2015, su hermano mayor se había quitado la vida. Al enterarme de tan lamentable acontecimiento, casi se me cae el teléfono inalámbrico de las manos. Estaba impactado, sobre todo por la forma en la que lo supe.

No sabía de qué manera abordar la conversación. –Discúlpame Vladi, mis condolencias, no lo puedo creer-, fue lo primero que salió de mi boca temblorosa y llena de nerviosismo por la trágica noticia de la que me enteré. La verdad es que buscaba una manera rápida de terminar la conversación, para no ahondar más en su reciente herida y también para evitar algún comentario desatinado que pudiera venir de mi parte.

Cristián Burgos era flaco, de una tez muy blanca, medía 1 metro y 73 centímetros al igual que su hermano Vladimir. Usaba el pelo muy largo siempre cual metalero, -le pasaba los hombros- y su rostro siempre estaba bien afeitado y limpio.

En lo social, era bastante apartado, pero con los suyos era muy cariñoso. Además, él fue muy reservado, al igual que sus hermanos, en lo que respecta a sus sentimientos y dificultades. A él no le gustaba contar sus problemas ya que, si tenía uno, por ejemplo, una nota roja en el colegio, se quedaba callado. Lo hacía todo solo, lo que al final terminó aislándolo.

A Vladimir siempre le costó ser cariñoso –de piel- con Cristián, pero aun así él sabe que lo quería mucho ya que amaba a sus cercanos. Él se sentía mucho por los problemas del día a día. Sus padres, Ricardo Burgos y Cristina del Carmen Fuentes, creían que podría haberse generado en él una especie de espectro autista. -El veía el mundo de otra manera, hasta que la sociedad lo alcanzó, ya que si no te adaptas, te alejan o te vas a sentir alejado-, me contó su hermano menor.  

Lamentablemente Cristián contó con muy pocos buenos amigos en su vida. Casi siempre estaba solo. Vladimir se dio cuenta de que cada día que pasaba él se alejaba más de su familia, de hecho, el cree que se inmiscuyó en una inmensa oscuridad. Era casi la única persona con la que hablaba, además de su madrina, que los quiere mucho y lo quería mucho a él.

Lo que más le gustaba era su perro – en la familia tenían un setter irlandés de color rojo cobrizo-. Era un perro grande y precioso, cariñoso con él y sus parientes. Cristián amaba al Woody –el nombre del can-, hasta que en septiembre del año 2015, el animal se enfermó muy mal ya que según había dicho el veterinario, estaba muy viejo y que solo iba a sufrir por lo que le quedaba de vida. Entonces su familia decidió otorgarle la eutanasia. Cristián quedó muy deprimido por el fallecimiento de este gran amigo.

Por esos mismos días, miembros del DUOC UC acompañados de carabineros fueron a su casa a presentar una carta judicial en la que señalaban que Cristián debía pagar el Crédito con Aval del Estado, o comenzar a pagarlo, porque si no en diciembre iban a embargar la casa. Los sacarían a todos afuera, reducirían todas las especies que estuvieran dentro y rematar la vivienda para recuperar el dinero de la deuda. Cómo a Cristián no le gustaba hablar sobre sus problemas, nunca se había sabido antes de esto. Obviamente lo hubieran ayudado.

El sábado 24 de octubre le llegó esa carta en la que se informaba de la deuda. Ricardo y Cristina habían salido de la casa y Vladimir practicaba con el conjunto musical del Liceo A-52 José Toribio Medina, del cual formaba parte hace más de un año. El domingo 25 estuvo muy raro todo el día. El lunes 26, Vladimir fue a la universidad, pero él tenía una sensación de que esa día debió quedarse en su casa, porque se venía el cumpleaños de Cristián, que caía el 30 de octubre. “Creo que no debí haber salido, porque como había visto a mi hermano raro, deprimido”, eso porque creía que le había llegado el viejazo, ya  que pasó mucho tiempo sin salir a trabajar tras haber dejado los estudios.

-Me debí haber quedado en la casa a jugar Play, almorzar con el –recuerda mi amigo Vladimir, todavía con un amplia sensación de culpabilidad por no haber acompañado ese día a Cristián. El decidió quedarse todo el día en el Inacap de Renca, lugar donde estudia desde ese mismo año. Se quedó solo para escuchar una nota que le debían de un ramo de su carrera. -Pensaba que, de todas maneras, mi hermano estaría ahí, esperándome-.

Tras saber de su nota, Vladimir va de regreso a su casa en la micro. «Venía en la altura de Grecia con Juan Moya, cuando me suena el celular y yo contesto. Mi papá responde, desesperado, nunca lo había escuchado hablar así. El me gritaba “¡Tu hermano, tu hermano! Vente para la casa ahora”». Mi amigo se puso muy nervioso y tenía que llegar pronto a su vivienda. Para mala suerte de él, el bus andaba muy lento, lo cual aumentó su desesperación e hizo que el bajara cerca del Metro Grecia y desde entonces empezó a correr hasta su casa, que quedaba ubicada en Avenida Los Orientales, en la comuna de Peñalolén.

“Cuando llegó, veo que hay hartos autos afuera, pero no me importaron. Corrí a mi casa, dejé mi mochila tirada en el camino. Fui a su pieza y veo a mi papá haciéndole reanimación a mi hermano que está en el piso, sin reacción alguna”. Su madre tocó una de las manos de Cristián, mientras lloraba. También se encontraban compañeras de trabajo de Ricardo ayudándolo. “Yo estaba destrozado. Pensé en que debía llegar la ambulancia, así que fui a abrir el portón, pero no encontraba la llave, así que pesqué el portón, lo levanté y lo saqué”.

Mucho rato después llegó la ambulancia y los paramédicos. Entraron a ver el cuerpo de Cristián, sin señales de vida y se dan cuenta de que no hay forma de salvarlo. Había muerto hace mucho tiempo. Lamentablemente, era muy tarde.

Vladimir se quebró desde ese momento, ya no podía hacer nada lamentablemente. “Siempre me voy a sentir muy mal. Ese día no hicimos nada en la universidad, nada productivo y pude haberme quedado en la casa. Pillarlo mientras se preparaba para suicidarse para tratar de detenerlo y hacer que entrara en sentido de que esa no era ni la respuesta ni la solución. Nosotros lo podíamos ayudar”. La pena más grande de mi amigo era que no pudo despedirse de su hermano.

-Este peso de su muerte cae mucho en contra de mí porque a él lo obligaron a estudiar y yo nunca lo defendí –lamentándose todavía más Vladimir. Él se culpó mucho del suicidio de Cristián ya que, según sus propias palabras, vio todo lo que pasaba con Cristián y no hizo nada para ayudarlo. Es un dolor muy grande.

Para su familia, Cristián fue un muy buen hermano y una muy buena persona. Siempre se mantuvo en la línea del juego justo, según las palabras de su hermano menor. Incluso, cuando jugaba fútbol, se ganó un premio por el fair play, ya que siempre optó por lo que era correcto. 

Cristian tenía un pensamiento distinto a la mayoría sobre lo que significaba la muerte. Cuando falleció Hilda, su abuela paterna, no fue al cementerio a su funeral ya que según su visión sobre la vida, la muerte significaba un descanso. El creía que en la vida se sufre mucho, así lo vivió lamentablemente. Lo que pensaba Cristián acerca de la muerte era que, más que una salvación, significaba un descanso que a todos nos tenía que llegar en algún momento. Por eso, cree Vladimir, que su hermano eligió la opción de suicidarse, para así acabar con toda su pena y dolor. Cristián fue una muy buena persona, siempre veló por lo justo, quizás era un alma muy pura para este mundo tan sucio.

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